martes, 14 de julio de 2009

¡Qué día espectacular!

El sólo despertar y ver que estamos bien, me hace sonreir.
He aprendido a no esperar cosas espectaculares, aunque si las hay , las disfruto.Esto de vivir es espectacular.
Aunque no soy ilusa, muchas veces la realidad me ha desbordado y me han dado ganas de darle una trompada a la vida, aunque no sea violenta.No sé si a la vida, o a quien le corresponda...

Y la cotidianeidad muchas veces me sorprende, me relaja, sé que tengo autonomía y trato de ser objetiva. A veces lo logro...otras no.
He aprendido que no soy "la mujer maravilla" y que "los superman" no existen.
Acostumbrados a visualizar imágenes de ganadores, he visto muchos inventados y uno entonces sabe, que no se debe saltar de un edificio a otro, sino saber medir los pasos para no caer en el vacío.

Y hablo de lo cotidiano y del disfrute porque ayer a la mañana salí a hacer unos trámites y en una pasadita de auto, alcancé a ver a Silvia BARRIENDO, sí digo bien, barriendo en la puerta de la casa y me alegré.
¿Porqué me alegré? porque la vi bien, con cara de estar disfrutando de ese acto tan prosaico, pero feliz.
¿Y porqué cuento esto?
Relacioné ese acto conmigo, porque hace unos años cuando trabajábamos juntas, tuve que viajar a otro departamento en colectivo, bajé en la terminal de Nogoyá y para llegar a la Dirección Departamental de Escuelas debía caminar varias cuadras.
Hacía mucho frío, había neblina, me pesaba el maletín, los tacos de los zapatos se hundían en el barro de la avenida que debía cruzar y vi una señora que estaba barriendo la vereda de su casa.
Y pensar ,que yo andaba en lo laboral a fuerza de mucho estudio para llegar a ese lugar y, en ese momento hubiese querido cambiar con esa ama de casa, que disfrutaba de su vereda y la escoba.
Cuando llegué recuerdo haberle confesado a quien estaba en la dirección, que venía pensando en que me gustaría en lugar de estar ahí, tener una escoba para mí, una vereda para barrer y luego entrar a mi casa, sentarme a ver tele y tomar un cafecito caliente. ¿Qué tal?
Se rió con una cara muy comprensiva y me trajo un café. No sé cómo no me alcanzó una escoba para cambiarme un poco la cara, creo que porque me esperaban otro tipo de problemáticas y el cafecito me haría bien para afrontarlas. Me esperaban papás, profesores y problemas a resolver...

Y por eso cuando vi a Silvia( que también ha andado mucho y sigue andando), con la escoba en mano disfruté y sonreí dando un gracias a su vida.

Descartes me enseñó que :
"La verdad es clara y distinta"

Clara en sí misma. Distinta de otras verdades.

Lo distinto hace pensar, hace crecer, hace ser.

Pensar es dis-tinguir, así como vivir es dis-frutar.

Y sigo pensando que no soy la mujer maravilla y me alegro de eso, aunque eso de tener una escoba, es solamente para el día, porque por las noches "es de bruja..."jaaaaaaaa.

E.Z.

4 comentarios:

FlaGeZe dijo...

Al final, lo importante no es la escoba, sino el disfrute.
El disfrute de cada momento, cada paso, de andar, de estar.
Observarse en cada momento, y pensarse, detenerse y sonreir.
Disfrutar ... que más !!!

yanigz dijo...

Me hace acordar al cuento del pescador, el cual se encontraba con un empresario que le quería cambiar su forma de hacer las cosas y ver la vida, para lograr tener mucha plata y así tener tiempo para pescar tranquilo.
La "visión" de lo que cada uno quiere para su vida, esa visión que tantos pierden en el segundo a segundo, y que algunos nunca se han planteado.
Lo de la escoba, yo tampoco la uso de noche (ni de día por las dudas), porque sino no me caso, jaja

MAC dijo...

Andando por mis campos..... me invade esa sensación de ser parte igual en el universo junto con todo lo que me rodea y viendo esos mágicos cielos de la tarde me digo…………. Que los dioses del Olimpo me protejan de volverme indiferente a tan maravilloso sentimiento.

MAC dijo...

Andando por mis campos..... me invade esa sensación de ser parte igual en el universo junto con todo lo que me rodea y viendo esos mágicos cielos de la tarde me digo…………. Que los dioses del Olimpo me protejan de volverme indiferente a tan maravilloso sentimiento.