viernes, 29 de abril de 2011

Qué es lo cotidiano que hace feliz?


Quiero contarte que ayer me encontré con una publicación de un video que dice "Tu puedes aprender a ser feliz !
Y me gustó, pero también me llevó a replanteos, de esos que uno tiene todos los días.
¿Se puede aprender a ser feliz?
Sé que tengo un objetivo amplio para todos los seres: que seamos felices.
Pero, es tan amplio, que al ver que no se cumple, me hace infeliz.
Eso no está bien.
Entonces traté de achicar mi pensamiento, pero dejaba personas, animalitos, seres animados, afuera.
Eso tampoco está bien.
Y como no me gusta mirar sólo mi ombligo, quise ver cómo son los ombligos de los demás.
Al mirar, estaban tapados por remeras, camisas, salvo una futura mamá que lucía su pancita, con un ombliguito al aire y con cara alegre, portadora de una bolsa de regalo, que supuse sería la ropa de su bebé.
Como no pude ver ombligos me dediqué a ver caras.
La verdad es que me asusté.
Serios, con cabezas agachadas, como que les pesaran, miradas adustas, saludos fríos, por ahí algún abrazo...y continué.
Los niños a la salida de la escuela, salían conversando, riendo, convidándose con caramelos, tironeándose y por ahí primeras miradas de enamoramiento en los casi adolescentes.
Y ahí me detuve.
¿Qué pasó con los adultos?
¿Qué perdimos en el camino?
Mejor dicho: ¿ qué cambiamos en el camino?.
Todos me dirán : la vida no es fácil.
Ya lo sé, aunque sé también que existe el pensamiento y nos debe llevar a la concreción de buenos momentos, aún en las peores situaciones.
A lo largo de la vida uno va conviviendo con situaciones de las que llamamos la gente común estresantes. Entonces cuando nos encontramos con alguien y preguntamos : ¿Cómo andás? generalmente relata penurias, enfermedades...
Lo digo porque a mí también me ha pasado, y uno parece que le pasa la posta al otro.
Pero no debería ser así. Hacer un clic en el momento y poder contestar aunque sea: BIEN.
Bien, es poder conversar con esa persona, poder mirar, abrazar, caminar, sentir el olor a comida en una casa, compartir una comida con la familia, los amigos, encontrarte con alguien que querés, poder saludar y que te devuelvan con transparencia esa alegría.
Lo cotidiano, es lo que nos permite sentirnos felices, plenos.
Es poder caminar en el patio de la casa, sacar las hojitas mustias de la vida y ubicarlas en su lugar.Hacer lugar en el placard de los sueños para que entren las realidades.
No desperdiciemos el tiempo en banalidades.
Busquemos esos espacios de disfrute, de alegría.
Vayamos a las fiestas, no dejemos espacios libres donde se cuelen bichitos que no son precisamente los que irradian luz.
Atrapemos la bien andanza, pisemos el pastito descargando todo lo negativo, que se vaya, que fluya y tomemos en brazos a nuestros seres queridos, a la naturaleza, respirando el aire de todos los días, con conciencia, con amor.
Y ahora: a disfrutar.

Elisa Zonis
Video: Tú puedes aprender a ser feliz! de YouTube
Gracias Paula Alarcón, por habérme hecho conocer este video.

sábado, 16 de abril de 2011

Boris Cyrulnik nos ayuda a reflexionar

Entrevista a Boris Cyrulnik from Quindrop on Vimeo.


Comparto este video, que ayuda a comprender cosas de la vida.
Es extenso pero vale escucharlo, sobre todo a quienes en algún momento de sus vidas han sido tocados por esa varita, que no es precisamente la de los cuentos infantiles felices, sino la del sufrimiento.
Y creo que ahí entramos todos o casi todos, porque ¿Quién no ha sufrido alguna vez, sea desde una pequeña desilución a cuestiones más penosas?
Lo que diferencia, es la forma de afrontar y poder salir y ayudar a quienes transitan lugares similares.


¿Quién es Boris Cyrulnik?conocer su vida, es comprender el porqué de su obra y del uso de esa palabra :"resiliencia".
Comparto este texto extraído de http://www.intramed.net, Arte y Cultura. Y el video es de Vimeo.com

Psiquiatra, etólogo y escritor

Buen conocedor del ser humano y de sus mecanismos de supervivencia –él mismo escapó con 6 años de un campo nazi–, el francés Boris Cyrulnik nos cuenta cómo se puede construir una vida feliz desde una niñez desgraciada. Lo hace en su libro Los patitos feos.

Mirando hacia atrás sin ira

Nacido en Burdeos en 1937 en una familia judía, Boris Cyrulnik sufrió la muerte de sus padres en un campo de concentración nazi del que él logró huir cuando sólo tenía 6 años. Tras la guerra, deambuló por centros de acogida hasta acabar en una granja de la Beneficencia. Por suerte, unos vecinos le inculcaron el amor a la vida y a la literatura y pudo educarse y crecer superando su pasado.

Boris Cyrulnik es un hombre de físico imponente, sonrisa amplia

y fascinante conversación. Le gusta el rugby, sigue la actualidad política,

lee con la misma pasión con que escribe y acaba de publicar en

España el libro Los patitos feos. Nadie diría que detrás de la pausada voz

y la mirada cordial de este psiquiatra francés de 65 años se esconde

un superviviente. Su vida es la historia de una redención: nació en

Burdeos en el seno de una familia judía emigrada de Ucrania,

y con sólo cinco años contempló cómo sus padres eran deportados

y asesinados en un campo de concentración. “No es fácil para un niño saber que le

han condenado a muerte”, recuerda ahora sin aparente amargura.

Él logró escapar y comenzar una vida nómada que le arrastró por orfelinatos

y centros de acogida. Era el típico caso perdido, un patito feo condenado

a llegar a la edad adulta convertido en un maltratador, un delincuente o un tarado.

Pero no fue así. Cyrulnik conoció a unos vecinos que le descubrieron

el lado afable de la vida, le trataron como a una persona y le animaron

a estudiar psiquiatría. Hoy es feliz, adora a la familia que ha formado y

se ha convertido en uno de los analistas del comportamiento humano

más importantes del mundo. Él mismo encarna un ejemplo perfecto

del tipo de lucha que defiende en su libro, bajo el término de resiliencia.

El Diccionario de la Real Academia Española define este término de

origen latino como “la resistencia de un cuerpo a la rotura por golpe”,

pero para Cyrulnik significa mucho más:

“la capacidad del ser humano para reponerse de un trauma y, sin quedar

marcado de por vida, ser feliz”.

Elisa Zonis