viernes, 20 de mayo de 2011

Cenicienta ( versión actualizada y personal)


Hace unos días, paseando a orillas del
río, en la arena encontré una medallita con forma de hada.Vacilé en levantarla, porque no era mía y posiblemente alguien la vendría a buscar cuando se diese cuenta de la pérdida.
Pero igual la levanté y tenía un nombre en la parte posterior: Menbur.
Y aunque te parezca mentira la hadita pícara, me guiñó un ojo.
¡Epa! dije yo. ¿Estoy viendo cosas no habituales?¿ Serán mis lentes de contacto que me están jugando una mala pasada, o será producto de las tortitas negras con manteca que comí ayer y aumentaron mi colesterol?
Me senté en la escalinata y no se lo quise contar a nadie.
Me invitaron a caminar, pero preferí quedarme y a solas, abrí mi mano y me quedé bloqueada, cuando movió su boca y me invitó a ir a una fiesta.

¿Fiesta yo? y con quien? Riéndose le pregunté el lugar y nuevamente con quien.
Me dijo que eligiera.
No, yo ya no estoy para esas fiestas, aunque en el fondo me volvía loca por ir.
Y cómo me iba a vestir y ponerme tacones, si me duelen los pies?
Se reía, y me encantaba su sonrisa, me parecía que volvía a mi época de colegio y con entusiasmo acepté.
Total, que tenía para perder? Nada. Nada, como dicen ahora los chicos.
Y ahí llamé a mi príncipe azul. No azul no. Es príncipe de mi realidad, pero no es azul. La verdad es que me asustaría mucho si se pusiese azul, quizás estaría congelado, con frío, y tendría que traer una manta y plaf, se acaba la fiesta.
No mi príncipe luce con color y yo, me pondré ese vestido ajustadito negro con volados de tul rosa, y sólo te llevaré en mi cuello a vos hadita,prendidita en una pequeña cadena de plata, para que me protejas y me hagas disfrutar de este sueño.
A los zapatos lo debés elegir vos hadita , son 36 y de color rosa y también la carroza, no , mejor elegí un auto con cola larga,descapotable y que tenga una botella de champagne y dos copas, nada más.
Te imaginás yo tomando champagne, a la segunda copa, me paro en el descapotable y saludo como una reina.
¿Y a cambio hadita, qué tengo que hacer?
Sólo comportarte como una princesa, brillar toda la noche sonriendo, ser feliz con tu príncipe, y usar esos tacones que te voy a elegir.
Soné.
¿Y qué hago si me duelen los pies?Y no sé, sólo te digo que disfrutes, y todo lo demás queda en mi trabajo de hada madrina.
Pero eso sí, a las doce de la noche tienes que regresar.
Oki, oki, me gusta.
Bailé como una loca de amor, giré y giré, en el centro de la pista. Qué bien me sentía. Y el príncipe de traje paquetón, justo cuando me iba a besar, sentí las campanas de las doce y salí corriendo.Por supuesto no hubo beso.
Primero me atropellé, cosa que no hace una princesa, una mesa con unos petit fours, luego enganché el vestido en la escalera y un voló por el aire y cayó al primer piso, justo arriba de los caireles de cristal de la araña. Y eran zapatos Tirion Rosa!!!
¡Perdí un zapato!
Igual volví con el cabello suelto al aire en el descapotable y con una reverencia bajé feliz en mi casa, con un zapato en la mano y descalza.

De pronto, me tocaron el hombro, invitándome con un mate y torta y me di cuenta que había quedado dormida en la arena, soñando.
Toqué mi cuello y la cadenita con la figura de esa hadita estaba en mi cuello.
No sé de donde salió, ni quien la colocó.
Seguramente fue mi príncipe.
No importa, si fue un sueño o si lo viví.
Me siento feliz.







Elisa Zonis

Me he permitido esta licencia traviesa, de disfrutar de un cuento,llevándolo a mi edad.
Gracias a Menbur que me permitió soñar.

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